El belga debutó siendo aún menor de edad en el Racing Genk, allí permaneció cuatro temporadas llegando a jugar casi el centenar de partidos y anotando 16 dianas. No es un chico goleador. Sin embargo, cuenta con un desparpajo que muy pocos tienen, ese fútbol que te hace diferente. El Chelsea lo vió, Londres se hizo con este talento y le cedió al Werder Bremen donde tendría una gran oportunidad, un equipo que lucharía por llegar a los puestos europeos en la Bundesliga. Hay que recoradar, que no tan atrás en el tiempo, venía logrando títulos (Bundesliga en 2004 y la DFB Pokal o la Supercopa en 2009). Todas, bajo los mandos de Thomas Schaaf, historia viva del club que abandonaría el barco jornadas antes de terminar la pasada temporada.
Schaaf no contaba en los inicios con De Bruyne. Los Hunt, Arnautovic ó Elia habían adelantado a Kevin en las primeras semanas, haciendo del belga el jugador número doce, entraba el segundas mitades con el rol de cambiar el curso del partido, esa chispa que cierra un encuentro o lo revoluciona por completo. Su firma, poco a poco se fue acoplando a cuentagotas para acabar siendo fundamentel, el eje y estrella del equipo. El juego del Bremen era más intención que resultados. Se vivía un año tenso, ya que la situación económica del club, en lo que a incentivos recibidos se refiere, se había visto mermada por su no participación europea en los últimos años. Hasta el Director Deportivo admitió que dimitiría si el plantel no se clasificaba para Europa. Esta mala situación y el echo de que no encadenaran dos victorias consecutivas, hicieron que todo se fuera yendo al traste poco a poco. Incluso, los de Bremen cayeron en primera ronda de Copa frente a un equipo más que humilde, de la Tercera División (situación que se ha vuelto a repetir). Desastre. Sólo algo diferente, el pasado curso allí estaba él, Kevin De Bruyne.
El jugador propiedad del Chelsea, como era de esperar, con asistencias, buenas actuaciones y algún que otro gol importante, se convertiría en el hombre más destacado del conjunto y un fijo en las alineaciones del Werder Bremen, él era distinto, la defensa encajaba muchísimos tantos y en el resto del equipo predominaba la anarquía. Centrarse en una sola competición durante todo el año era algo factible para los de Schaaf, por plantel, eran superiores a buena parte de rivales. No obstante, todo se torció. Arnautovic no respondía como se esperaba de él y Petersen, otro de los hombres de ataque, desaparecía en algunos partidos. Pero siempre estaba ahí De Bruyne para salvar los muebles. Junto a Sebastian Mielitz, Kevin era el jugador más destacado del Bremen, quitando rachas en las que Aaron Hunt sacaba nota y resolvía. Gente como Akpala o Elia se paseaban por los campos de la Bundesliga. Fichajes que se presumían importantes y que acabarían siendo pasto de segunda fila en un equipo que tenía pinta de caer a lo más hondo. Pero, como se dijo en líneas anteriores... Ellos fallaban, pero De Bruyne siempre estaba allí animando a los aficionados. Motivos para creer. Motivos para soñar.
Pero no todo fue bonito para Kevin De Bruyne en Bremen. Durante un tramo del curso, en una convocatoria con su selección, la prensa belga publicó comentarios que, supuestamente, salían de boca del jugador; que no estaba cómodo en Alemania, que quería volver a su ciudad y que la sociedad germana era muy seca, entre otras perlas. También, cuando clubes importantes como Borussia Dortmund o Bayer Leverkusen entraron en las quinielas por hacerse con sus servicios, se le adjudicaron comentarios en los que se aseguraba que su periplo en la Bundesliga no duraría más de esa temporada, que saldría, que no quería seguir. Evidentemente no tardó en desmentir todo lo anterior y su buen hacer en el campo, fue enterrando toda información ajena al balón, a sus botas, que en realidad, es lo que nos hace disfrutar de esta perla.
Al término de la Bundesliga, cerca estuvieron los de Bremen de caer a los puestos de descenso, esas posiciones se fueron decidiendo y finalmente libraron de la 2.Bundesliga, lo que hubiera fulminado a un histórico y cerrado un desastre mayúsculo. Kevin De Bruyne, por su parte, vuelve a Londres.
Así es De Bruyne, ese joven de Drongen con muchas ganas de triunfar. Calidad en el regate, velocidad de pensamiento y asistente de ensueño. Su llegada a Stamford Bridge seguro le hará más fuerte, ya ha sacado nota en una pretemporada destacada, su nombre suena fuerte en el panorama mundial y sólo Mourinho sabe lo que tiene preparado para él, ¿Titularidad? Todo llega. Lo que si es seguro es que nosotros disfrutaremos, como ya lo hicimos en Genk y Bremen. Él, Kevin De Bruyne.
Por Juan Manuel Perera, @juanmaHumilAfic en twitter.
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