En ese tiempo la Celeste se hizo con seis fabulosos triunfos a lo largo del planeta futbolístico. Tres campeonatos sudamericanos, dos oros olímpicos y el primer Mundial de la historia, completan un palmarés prodigioso en apenas siete años.
Todo comenzó con el torneo sudamericano del año 1923. Por entonces ya se habían disputado seis campeonatos continentales y los charrúas habían ganado tres, pero en los dos últimos celebrados en Argentina y Brasil tuvieron que conformarse con el tercer puesto. Aquel año el torneo se celebraba en casa y el objetivo era reconquistar el trofeo de la mano del técnico Leonardo de Lucca.
Para ello entraron en la convocatoria hombres como Andrade, Cea, Mazali, Nasazzi, o Héctor Scarone además de Romano o Somma que aportaban su experiencia en las victorias del año 16, 17 y 20. En formato de liguilla participaron Uruguay y las selecciones brasileña, argentina y paraguaya. En los dos primeros envites ante brasileños y guaraníes se hicieron con la victoria no sin apuros. Para la última jornada restaba el choque contra la albiceleste que también estaba imbatida. En el Gran Parque Central de Montevideo se dieron cita 22.000 personas que vieron como la Celeste alzaba la copa al doblegar al cuadro dirigido por Ángel Vázquez con tantos de Petrone y Somma.
Vírgenes hasta la fecha en la competición olímpica, barrieron a todos sus rivales. Se mantenían en el equipo hombres como Cea, Nasazzi, Scarone o Romano que esta vez tenían como entrenador a Ernesto Figoli. Primero apabullaron a Yugoslavia, en segundo lugar a Estados Unidos y en cuartos los anfitriones corrieron la misma suerte al perder por 1-5. En semifinales el rival sería los Países Bajos, quienes sorprendieron en la primera mitad pero hincaron la rodilla en el segundo acto, mientras que en la final la Suiza de Max Abegglen o Dietrich no inquietó demasiado y cayó con claridad por tres tantos a cero.
Unos meses después retuvieron el Sudamericano donde Argentina volvió a ser su gran adversario. En los dos primeros duelos sobrepasaron a chilenos y paraguayos y en la última jornada el título debía dilucidarse contra la albiceleste. El empate le valía a Uruguay tras el tropiezo argentino contra Paraguay y eso supuso una gran ventaja. Los hombres de Vázquez buscaron el gol pero el buen hacer de Mazali y los defensores Nasazzi, Zibechi y Arispe permitió a la Celeste llevarse el campeonato.
En 1925 Uruguay no participó en el torneo continental por primera vez al encontrarse sumido en varios conflictos políticos internos, pero en 1926 recuperaron la senda del triunfo en Chile. En esa edición continuaban en el plantel los Andrade, Nasazzi y Mazali aunque ya asomaban la cabeza futbolistas importantes del futuro como el Divino Manco Héctor Castro o Lorenzo Fernández. Muy superiores al resto de participantes (Argentina, Chile, Paraguay y Bolivia), consiguieron sumar todos sus encuentros por victoria con un total de 17 tantos a favor y tan solo dos en contra. Argentina les puso en aprietos, pero con los goles de Borjas y Castro resolvieron el partido por la vía rápida.
Las dos únicas competiciones que jugaron pero no conquistaron en aquella época fueron los Campeonatos Sudamericanos de 1927 en Chile y 1929 en Argentina, en los que acabaron segundos y terceros respectivamente. Sin embargo entre medias de los dos torneos y en 1930 confirmaron su hegemonía con la consecución de una segunda presea dorada en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam y el Mundial que se organizó en tierras charrúas.
Restaba completar el círculo con el Mundial, una competición de reciente creación impulsada por la FIFA y su presidente Jules Rimet. Para ello Uruguay contó con un nuevo patrón en el banco, Alberto Suppici, que dispuso de la columna vertebral que venía jugando con asiduidad y además con Pablo Dorado, Enrique Ballestrero o Santos Iriarte.
El sorteo emparejó a Uruguay en el grupo tres y ante Perú y Rumania, con los que se enfrentó en el estadio Centenario de la capital. Un triunfo por la mínima frente a la Blanquirroja y más holgado contra los europeos les otorgó el liderato del grupo y con ello el pase a semifinales. En esa ronda su adversario fue una sorprendente Yugoslavia que recibió un vendaval de seis goles con triplete incluido de Pedro Cea. La final como no podía ser de otra forma fue ante Argentina, el equipo con el que más veces luchó por los títulos la Celeste en aquel período dorado. En la primera parte se jugó con un balón proporcionado por Argentina y la albiceleste se marchó a la caseta por delante. Sin embargo en la segunda y ya con el cuero charrúa, Uruguay impuso su gran categoría e impulsado por sus aficionados remontó y logró la victoria por 4-2.
Así acababa la etapa uno de los grandes históricos olvidados. El capitán Nasazzi recogió la copa Jules Rimet y el propio zaguero, Héctor Scarone, Andrade y Urdinarán se convertían en los únicos cuatro jugadores en estar en todos los éxitos desde 1923. Como se puede comprobar, era otro fútbol, pero Uruguay merece su sitio junto a las míticas Hungría, Brasil, Holanda o España. Su momento, su lugar con la historia.
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