La firma de 'Bob' Martínez

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Ya no es novedoso, de hecho es práctica habitual y recomendable, tanto en fútbol como en lo que no es fútbol. Emigrar para triunfar. Pero sin duda, en torno al balón, lo que nos acontece, Roberto Martínez abrió una puerta cada vez más importante, como decimos, cada vez más necesaria. Una vez más las categorías inferiores del fútbol inglés, del fútbol británico, sirvieron de trampolín a una carrera llena de éxitos, de emociones, de alegrías y sobre todo de trabajo incansable y de amor por este deporte, incluso porque no decirlo, de amor por unos colores.

En 1993, cuando Roberto Martínez aun pertenecía al Real Zaragoza, equipo donde se formó como futbolista, pocos preveían la carrera exitosa de un catalán que sin oportunidad en nuestro fútbol, decidió probar fortuna lejos de él, lejos de las categorías de renombre, de los títulos importantes, las portadas de prensa, los sueldos millonarios y los viajes por el viejo continente. Víctor Fernández le hizo debutar en aquel equipo que tras un histórico gol de Nayim, levantaría la entonces Recopa de Europa. Seguro lo recordáis. Lo que muchos no sabréis, es que en aquella plantilla, un joven Roberto Martínez, desde el filial, buscaba su hueco, su oportunidad. Pasaron las temporadas y con ellas varios trenes con parada en Primera división, cansado de no conseguir subir a ese vagón y, por otro lado, consciente de la dificultad de lograrlo, ante la posibilidad de hacer las maletas, el de Balaguer no lo dudó. Rumbo a las islas.

Dave Whelan, en 1995, cambió el viento que por aquel momento no soplaba a favor del futbolista catalán, la llamada del empresario para formar parte de un atractivo proyecto que se iniciaba en la cuarta división inglesa, hizo que nuestro hombre, junto a otros dos compañeros,  Jesús ‘Seba’ e Isidro Díaz, no dudara en aceptar el reto, el bonito reto que suponía pertenecer a un humilde club cercano a Manchester. Los ahora ya reconocidos ‘Latics’, fraguaron su éxito sumergidos en las profundidades del fútbol británico, del por otro lado, bonito fútbol británico. Allí aterrizaron, el Wigan Athletic.

De la posible desaparición del club británico al enésimo milagro ‘Latics’ han pasado muchas temporadas. Roberto Martínez, sin duda, va ligado a esta historia, desde su llegada, la del debut en FA Cup marcando un tanto, hasta los tan ansiados ascensos. Seis temporadas vistiendo aquella camiseta, aquel escudo al que él mismo reconoce, nunca le gustaría enfrentarse. En parte debido a esto, Roberto Martínez, aquel mediapunta dinámico y de calidad, lo que le valió el reconocimiento como mejor jugador de la historia del Wigan, tras dejar el club, el ya club de sus amores, decidió probar suerte en el Motherwell escocés, poco o nada positivo de aquella etapa en Escocia, tras esto, recaló en el Walsall, pero también sería por poco tiempo, fue una parada previa a la llamada desde Gales, del que sería el otro club de su corazón, del otro club donde la historia lleva su firma, el Swansea.

Tras tres temporadas en ‘los cisnes’, más de cien partidos, luciendo el brazalete de capitán y logrando un ascenso, Roberto abandonaba Gales para fichar por el Chester ya en el ocaso de su carrera como jugador. Pocos meses después, siete exactamente, el ex jugador del Wigan regresaba a ‘su otra casa’, volvía a tierras galesas, al Swansea, esta vez su firma la estampaba para hacerse cargo desde el banquillo, la figura de jugador-entrenador era la que desde ese momento desempañaría, una figura que a la postre le ha hecho ganarse el cariño del fútbol, el reconocimiento del panorama del balón, unos halagos que en Swansea y Wigan no extrañan, ellos ya lo vieron, ellos ya lo vivieron.

Como jugador ya se ganó el cariño desde la técnica y la estética, alejándose de este modo del prototipo de fútbol británico. Como míster su fútbol no podía ser otro, balón al piso, como gusta decirlo en Sudamérica, movilidad de la pelota, ella es la que tiene que correr, dominio del juego, de la posesión y siempre buscando la iniciativa. Esas premisas son las que instauró Roberto Martínez, viendo resultados, ¿Quién tiene dudas?

De Roberto a 'Bob'. Nombrado mejor entrenador de League One con los ‘Swans’ en su primera temporada en el banco, el casi ascenso a Premier en la siguiente, el papel desempeñado en FA Cup donde eliminó al campeón, el técnico de Balaguer siempre se alejó de los méritos individuales y prefirió optar por reconocer el trabajo de su plantel, de sus jugadores, lo que a la postre nos lleva a hablar de otro mérito, el de su elección de los mismos, el de los fichajes ‘desconocidos’ para lograr año tras año, temporada tras temporadas, éxitos enormes. Ángel Rangel, Pintado, Serrán, Dani Bauzá, Orlandi o Jordi Gómez son alguno de los españoles en los que confió, a los que dio un nombre en esto del balón. Siempre agradecidos, uno tras uno coinciden, mérito de ‘Bob’.

Su buen papel en el banquillo, sus quehaceres en los despachos y su enorme potencial, unido al fútbol vistoso y de reconocido prestigio en las categorías humildes británicos, hicieron que el teléfono de Roberto volviese a sonar, esta vez las llamadas eran de la Premier, varios eran los conjuntos, algunos históricos, el de Balaguer solo tuvo que escuchar uno, el que procedía del Norte de Inglaterra, cerca de Manchester, ¿Os acordáis? Sí, su casa, Wigan, su equipo y de nuevo, Dave Whelan. Aquel empresario que le llevó a las islas en 1995, el mismo, años después, le daba un equipo en los focos del fútbol, en el panorama europeo, en el panorama mundial, en la Premier League. La vuelta de ‘Bob’ Martínez, la oportunidad llegó, el camino labrado, el buen camino dejado y la recompensa. De nuevo, Wigan Athletic. De nuevo, Dave Whelan.


De Gales a Inglaterra, kilómetros cargados de ilusión y donde el pasado, el gran pasado no importaba, ahora era el momento, ‘nadie conocía’ al de Balaguer, sólo el ahora valía. Los resultados no tardaron en verse, un equipo con firma de descenso, partido tras partido se alejaba de esos puestos y antes de fecha ya tenía sellado un nuevo viaje por la Premier, un nuevo y como siempre espectacular viaje por los cielos del fútbol.

Con el presupuesto más bajo de la categoría, un grupo de jugadores donde el que despunta es vendido para de este modo ayudar, no sólo lo superaba, no sólo salvaba la categoría todos estos años, no sólo se ha levantado de caídas de altura, de bajas de nivel, de la salida de nombres como Victor Moses, Diamé, N´Zogbia, Valencia, Palacios, o Rodallega, sino que además, los chicos de ‘Bob’ Martínez, los hombres de Whelan firmaron un histórico suceso, un capítulo más en la historia de Roberto desde que abandonase tierras españolas. Europa.

No pudo obrarse el milagro, uno más, de permanecer con los grandes, el objetivo prioritario por otra parte, el Wigan descendió a Championship tras un crucero de ensueño por los campos de la Premier. A su vez, los de Roberto Martínez conquistaron Wembley, tras superar en semifinales de FA Cup a un a priori rival inferior, al menos en categoría, esto es fútbol británico, ya lo dijimos en su día, FA Cup, donde todos los hombres son iguales. El Millwall fue el rival por un papel principal en la final, por un hito que hizo enloquecer a la afición 'Latic'. 'Bob', Whelan y su Wigan, vencerían al todopoderoso Manchester City, el equipo multimillonario cedería ante la fuerza, las ganas, pasión y orgullo de los más débiles. Wigan Athletic, campeón de FA Cup.

Histórico. Los bombos de la UEFA tuvieron a Wigan y Swansea, la antigua Carling y la FA Cup nos brindaron este enorme suceso. Creo que hace falta decir poco más, el sello de Roberto, la historia de ‘Bob’ Martínez se paseó por Europa, sus dos casas, sus dos amores, sus dos clubes, los de sus éxitos, los de su progresión, los de sus comienzos, los de los inicios de una carrera que en el Everton se encargó de certificar. No sabemos si ganará títulos y seguirá escribiendo líneas maravillosas, lo que si podemos adelantar es que disfrutaremos con sus equipos, con su estilo, con su idea. La firma de ‘Bob’ Martínez.



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