La quinta de 'Lo Pelat'. Ídolo De la Peña

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 “De derrota en derrota hasta el triunfo final”

Pocas veces un frase define a la perfección la carrera de un futbolista, con esta podríamos dar por cerradas las siguientes líneas.


A veces no sólo vale el talento, si no se está en el lugar y el tiempo adecuado, pese a tener unas grandes cualidades, es difícil triunfar. La falta de confianza tampoco ayuda, ni las lesiones, pero pese a todo ello nuestro protagonista consiguió hacer disfrutar a todos los aficionados.

Porque si una cosa tenía el juego de Iván, era claramente el espectáculo. Pases que pocos veían capaces de romper toda una línea defensiva para dejar en ventaja a un compañero, asistencias  increíbles, quizá su acción favorita, ya que como Kukoc decía “Una canasta hace feliz a uno, una asistencia a dos” y esa fue su máxima, hacer disfrutar a todos con su fútbol.

Pero empezaremos repasando su carrera, unas de las más prometedoras de principios de los 90 y que más ilusión generó tanto en can Barça como a nivel nacional. Ya desde su fichaje por el club culé, su nombre empezó a tener un pequeño rincón, unas líneas en los periódicos deportivos, su nombre sonaba en las radios, y es que la guerra que se produjo entre catalanes y merengues por hacerse con él, fue palpable por todos. Finalmente el desenlace conocido, su pasión por los azulgranas le llevo hasta La Masía, más tarde hasta el Camp Nou. Rápidamente fue subiendo peldaños hasta que Johan Cruyff le hacía debutar en 1995. El holandés no le daría toda la confianza pese a lograr grandes actuaciones, además, el final de aquel 'Dream Team' no ayudó, ni a él ni a sus compañeros de quinta, la de 'Lo Pelat' como la llamaron; Roger, Toni Velamazan, Celades o el propio hijo del flaco, Jordi Cruyff.

La llegada de Robson al banquillo del Camp Nou dotó a De la Peña de mayor continuidad, siendo un fijo en la segunda vuelta y formando una letal conexión con Ronaldo, quien le ha considerado junto a Guti, el mejor centrocampista con el que ha jugado. Pero el brasileño se fue y Robson también. Llegó Van Gaal y con el holandés de nuevo su hueco en el banco, las malas caras y numerosas lesiones, que poco a poco fueron acabando con la paciencia del cántabro, lograrían que en 1998 abandonara el club que él mismo eligió, dando paso a un camino distinto, a una nueva aventura, a una nueva liga, un nuevo fútbol y país. La ciudad eterna, la Lazio de Sven-Göran Eriksson era el destino. Roma.

Pese a un buen comienzo, de nuevo las lesiones pararon su progresión, cortó una adaptación que de por sí no estaba siendo sencilla y a la siguiente campaña fue cedido al Olympique de Marsella. En Francia y pese a pasar grandes momentos, de nuevo esa fiel compañera de carrera, las lesiones, volvieron a lastrar su fútbol. La temporada siguiente, saltaba la sorpresa y en plena crisis culé, tras el fichaje de Figo por el Real Madrid, Gaspart traía de vuelta a lo Pelat. Pese a la ilusión generada, y la confianza que parecía mostrar Serra Ferrer en él, volvió a despedirse del Camp Nou camino de Italia, donde su última temporada fue un autentico fracaso con apenas 40 minutos de juego en todo el curso.


Libre y con varias ofertas de equipos europeos, vuelve a la Ciudad Condal, eso sí, ahora a las filas del Espanyol, donde en principio no hizo mucha gracia su fichaje entre la masa social. En su primera temporada como perico, De la Peña disfrutó y con él la afición. Su verdadero juego había llegado, las sensaciones eran geniales y todos los aficionados al balón reíamos, Iván estaba de vuelta. Nunca hay que confiarse, y es que tras una extraña negociación para renovar el contrato, de nuevo la clase del cántabro quedaba libre, un jugador, ahora sí, muy, muy apetecible.

De nuevo en el mercado veraniego y tras contactos con medio fútbol europeo, De la Peña, sorprendentemente, no consiguió equipo y tras entrenar varios meses entrenando en solitario, volvía al club perico, colista en la liga y con una pésima dinámica. Gracias a su conexión con Tamudo, el equipo se salvaría en la última jornada dando paso a una de las mejores épocas del club catalán de los últimos años. De la Peña sería De la Peña.

La estabilidad por fin llego a la carrera de Iván, y con ella pudimos disfrutar de todo el talento que llevaba dentro. Todo ese talento que siempre había tenido y, por circunstancias puramente futbolísticas, aquel mediocampista dotado de una clase sencillamente impresionante tenía guardado en aquel cajón que un día decidió abrir, curiosamente a escasos kilómetros del club con el que quiso triunfar y con el que nunca pudo hacerlo. Junto con Tamudo y Luis García formó un tridente mortífero con el que consiguió una copa del Rey, un subcampeonato de la UEFA y su ansiado sueño, el debut con la selección de la mano de Luis Aragonés.

Tras nueve temporadas como espanyolista, incluidos los dos últimos años en los que casi no pudo jugar por lesión, en mayo de 2011 anunciaba su retirada y poco después jugaba su último partido, sin el alta médica, despidiéndose de la afición perica entre una gran ovación.


Con la selección sólo jugó cinco partidos, algo impensable en sus comienzos donde comandaba el combinado sub’20 o sub’21 junto a su amigo Raúl, caminos distintos los de uno y otro, líderes que sólo el fútbol separó. Al menos de la gloria en cuanto al balón se refiere.

Nunca llegó donde apuntaba, cierto, quizá esa mezcla de varios factores que como decimos, sólo el fútbol sabe, sólo el fútbol entiende. Crack mediático desde joven, ídolo en su retirada, búsqueda de un sitio durante su carrera, pero fundamentalmente enorme futbolista, jugador con mayúsculas que quiso y no pudo, quiso y no le dejaron, nunca lo sabremos, toca recordarlo y porque no, disfrutarlo.




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